martes, 28 de mayo de 2013

Principio de funcionamiento cocina de inducción


Lo más sorprendente de las cocinas de inducción, que son distintas que las vitrocerámicas clásicas, es que podemos poner la mano encima de la placa sin temor a quemarnos, pues sólo calientan los recipientes fabricados con ciertos metales. Esto es posible porque el funcionamiento de las cocinas de inducción se basa en usar campos magnéticos -que son generados por una bobina eléctrica- y sus efectos sobre los metales sensibles a ellos. No hay que olvidar que un objeto metálico inmerso en un potente campo electromagnético genera un tipo de corriente eléctrica, llamada de Foucault. Ésta produce una disipación de la energía y un calentamiento de los objetos metálicos por los que circula.


Interior de una cocina de inducción


Inmediatez de respuesta

Para el buen funcionamiento de estas cocinas son imprescindibles materiales especiales. Deben ser de un material ferromagnético, es decir, aquellos a los que se pegan los imanes, como el acero o el hierro. No sirven, por ejemplo, las cazuelas de aluminio o de barro. Además, el fondo debe ser plano, liso y grueso.


Una de las características más sorprendentes de las cocinas de inducción es su inmediatez. Cuando se enciende al activar el mando, el calor se genera  de manera instantánea. Así que el tiempo necesario para la cocción es menor al de otras cocinas y, por lo tanto, su consumo de energía es menor.
Otra ventaja muy interesante es que sólo se calienta la olla y no la superficie sobre la que está apoyada porque ésta no es metálica. El foco está frío cuando está encendido. De esta manera, no es necesario esperar demasiado para que se enfríe después de cocinar para limpiarlo. Y para ello basta con pasar un paño húmedo.
Estas cocinas son el doble de caras que las de vitrocerámica tradicional. Sin embargo,las ventajas a largo plazo son sustanciales puesto que gastan menos electricidad, calientan casi el doble de rápido, son más fáciles de limpiar y más seguras porque no queman.

La corriente de Foucault (corriente parásita también conocida como "corrientes torbellino", oeddy currents en inglés) es un fenómeno eléctrico descubierto por el físico francés Léon Foucault en 1851. Se produce cuando un conductor atraviesa un campo magnético variable, o viceversa. El movimiento relativo causa una circulación de electrones, o corriente inducida dentro del conductor. Estas corrientes circulares de Foucault crean electroimanes con campos magnéticos que se oponen al efecto del campo magnético aplicado (ver Ley de Lenz). Cuanto más fuerte sea el campo magnético aplicado, o mayor la conductividad del conductor, o mayor la velocidad relativa de movimiento, mayores serán las corrientes de Foucault y los campos opositores generados.

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